viernes, 16 de enero de 2009

CRISTO ES LA ESPERANZA, EN TIEMPOS DE CRISIS




En tiempos de profunda crisis social, o en medio de la violencia, Benedicto XVI aseguró en la solemnidad de la Epifanía del Señor que Cristo es la auténtica esperanza.
La resurrección de Jesús, con la que venció el poder de la muerte, afirmó es la "convicción" que "sostiene el camino de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, a través de las sendas de la historia".
"No hay sombra, por más tenebrosa que sea, capaz de oscurecer la luz de Cristo. Por este motivo, en los creyentes en Cristo no desfallece nunca la esperanza, y tampoco hoy, ante la gran crisis social y económica en que se encuentra sumida la humanidad", aseguró el pontífice.
Esta esperanza se impone "ante el odio y la violencia destructora que no dejan de ensangrentar muchas regiones de la tierra, ante el egoísmo y la pretensión del hombre de erigirse como dios de sí mismo, que lleva en ocasiones a peligrosas alteraciones en el designio divino sobre la vida y la dignidad del ser humano, sobre la familia y la armonía de la creación".
"Nuestro esfuerzo por liberar la vida humana y el mundo del envenenamiento y la contaminación que podrían destruir el presente y el futuro, conserva su valor y su sentido", aseguró citando su encíclica
Spe salvi, "aunque aparentemente no tengamos éxito o parezca que somos impotentes ante las fuerzas hostiles".
"Lo que nos da ánimos y orienta nuestra actividad, tanto en los momentos buenos como en los malos, es la gran esperanza fundada en las promesas de Dios", añadió citando el número 35 de su segunda encíclica.
En este contexto, aseguró, la Iglesia "no puede enorgullecerse de nada, sino de su Señor: de ella no procede la luz, la gloria no es suya".
"Pero precisamente ésta es su alegría, que nadie puede quitarle: ser 'signo e instrumento' de quien es 'lumen gentium', luz de los pueblos", dijo citando las dos primeras palabras de la constitución dogmática del Concilio Vaticano II.
Por eso, el Papa concluyó dirigiéndose a los miles de peregrinos que llenaban el templo católico más grande del planeta con estas palabras: "rezad por nosotros, pastores de la Iglesia, para que, asimilando cotidianamente la Palabra de Dios, podamos transmitirla fielmente a nuestros hermanos".
"Pero también nosotros rezamos por vosotros, fieles, pues todo cristiano está llamado por el Bautismo y la Confirmación a anunciar a Cristo, luz del mundo, con la palabra y el testimonio de la vida", añadió.
Tras celebrar la eucaristía, el Papa presidió desde la ventana de su estudio la oración mariana del Ángelus, ante los miles de fieles que se habían congregado en una fiesta de Reyes Magos en la plaza de San Pedro.
En su alocución, reflexionó sobre la "actitud de hostilidad o ambigüedad, o superficialidad" que tanto los hombres de la época de Jesús como los contemporáneos manifiestan ante el Salvador.
A esa actitud, Benedicto XVI contrapuso el misterio del verdadero Dios, que nos sale al encuentro con la desarmante mansedumbre del amor".
Jesús, aseguró, "es el Dios de la misericordia y de la fidelidad; quiere reinar con el amor y la verdad y nos pide que nos convirtamos, que abandonemos las obras malas y que recorramos con decisión el camino del bien".

Edita: Edelweiss

jueves, 15 de enero de 2009

EN BUSCA DE DIOS (Salmo 41)


“Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?”.

Es deseo, anhelo, sed. Es el empuje vital de mis entrañas, el motivo existencial de mi vida entera sobre la tierra.. Vivo porque te deseo, Señor; y en cierto modo muero también porque te deseo. Dulce tormento de amar a distancia, de ver a través del velo, de poseer en fe y esperar con impaciencia. Deseo tu presencia más que ninguna otra cosa en este mundo. Imagino tu rostro, escucho tu voz, adoro tu divinidad. Me consuela el pensamiento de que, si es tan dulce esperarte ¿qué será encontrarte?.

Quiero encontrarte en la oración en tu presencia inconfundible durante esos momentos en los que el alma se olvida de todo su alrededor y queda en silencio ante ti. Tú dominas el arte de hacer sentir tu presencia al alma que piensa en ti con amor. Atesoro esos instantes que anticipan el cielo en la tierra.

Quiero encontrarte en tus sacramentos, en la realidad de tu perdón y en la gloria escondida de tu cena con tus amigos. Me acerco a ti con fe, y tú premias esa fe con el suave murmullo de las alas de tu presencia.

Quiero encontrarte en el rostro de los hombres, en la compañía de mis semejantes, en la revelación súbita y profunda de que todos los hombres son mis hermanos, en la necesidad de los pobres y en el amor de mis amig@s, en la sonrisa del niño y en el ruido de la muchedumbre. Tú estás en todos los hombres, Señor, y quiero reconocerte en ellos.

Y quiero, finalmente, encontrarte un día en la pobreza de mi ser y la desnudez de mi alma, de mano de la muerte a la entrada de la eternidad. Quiero encontrarte cara a cara en se momento que se hará gozo eterno en el abrazo del reconocimiento mutuo después de la noche de la vida en este mundo.

Edita: Edelweiss

miércoles, 14 de enero de 2009

MÉXICO MOSTRARÁ AL MUNDO LA BELLEZA DE LA FAMILIA



El VI Encuentro Mundial de las Familias, convocado por Benedicto XVI del 13 al 18 de enero, en la Ciudad de México, servirá para mostrar al mundo "la belleza de la familia", explica el portavoz de la Santa Sede.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha dedicado el editorial de "Octava Dies", semanario del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director, a ese evento que congregará a más de un millón de personas en torno al tema "La Familia formadora en los valores humanos y cristianos".
"Todos saben que la familia vive dificultades en nuestro tiempo, que una mentalidad difusa socava su estabilidad negando el valor de un compromiso duradero, y no reconociendo a la unión fecunda entre un hombre y una mujer, el carácter privilegiado de célula fundamental de la sociedad humana. Todos saben, también, que la Iglesia católica impulsa con firmeza la tutela de la familia y no escatima intervenciones en su favor, aún a costa de parecer insistente e incluso impopular", aclara el portavoz vaticano.
El padre Lombardi subraya al mismo tiempo el mensaje de esperanza y de alegría que se proponen brindar al mundo las familias cristianas que se van a reunir en México.
"Quizá no todos han comprendido que con este compromiso la Iglesia no impulsa una batalla de retaguardia, ni persigue intereses para sí misma. Lo que sencillamente busca es el bien de los hombres y de las mujeres de hoy y de mañana", constata.
"Quiere salvar para ellos el lugar fundamental del amor y de la alegría de vivir. En la mayoría de los casos los niños que no tienen a sus padres unidos no son felices, o al menos tienen más dificultades. Muchas personas solas o divididas no son felices".
"Mientras que una familia unida por el amor, no sólo es un lugar de alegría para sus miembros, sino que también es capaz de acogida --sigue constatando el sacerdote--. Es lugar de amor y manantial de alegría para los menos afortunados. Lugar de transmisión de la vida y de la forma de vivirla bien"."Las familias cristianas de todo el mundo se encuentran en México no para lanzar anatemas, sino para dar a todos un mensaje de esperanza y de alegría. Es bello quererse mucho en familia. Y también es posible. El que vive este gran don lo quiere testimoniar para invitar a todos a proseguir y a creer en el amor", concluye el portavoz vaticano.
Edita: Edelweiss